El campo sigue ofreciéndonos un aspecto magnífico, los inmensos cultivos cerealistas castellanos siguen creciendo, verdes. Los páramos palentinos brillan a lo lejos.
Y sigue lloviendo, y el calor típico de estas fechas todavía no hace acto de presencia, así se aprovechan los días en el campo de diferente manera. Esta vez nos situamos en Belmonte de Campos, pueblo palentino que posee verdaderas estampas coloridas y gracias a su castillo imponente.