4 de julio de 2013

La ecología del toro de lidia. Parte I.


El interés que he puesto en dedicar un espacio al toro de lidia está propiciado por diferentes motivos. Uno de ellos tras comprobar cierta actitud de reserva sobre el tema que adoptan muchos universitarios, y en especial los de estudios relacionadas con la biología y la naturaleza.
Para algunos los toros son algo del pasado, un mito… otros, tienen la idea de un animal al que se le mantiene encerrado y acosado para por último llegar a un imaginario circo y allí darle una feroz muerte. Una vertiente más moderna es la de la defensa a ultranza de la vida del toro bravo derivado de un planteamiento ecologista, que por supuesto no es ecológico y menos etológico.
El toro de lidia también denominado “toro bravo”, designa a los machos de una población bovina seleccionada y criada para su empleo en diferentes espectáculos taurinos que desde hace siglos vienen configurando una cultura y tradición únicas en el mundo.
Proceden de razas autóctonas de nuestra península Ibérica, que son las conocidas como tronco “ibérico”. Se caracterizaban por sus instintos hereditarios de defensa y temperamentales que acaban sintetizándose en la llamada “bravura”, estudiada ésta en variados trabajos científicos de biología y zootecnia.
A diferencia del resto de razas de ganado doméstico, ésta presentaba características propias de un bóvido salvaje, autores europeos han señalado coincidencias morfológicas y de coloración comunes al extinto uro (toro salvaje).
Y es que durante su vida en semilibertad en las dehesas, el toro de lidia mantiene también unas costumbres similares a las de un animal salvaje, formando manadas, defendiéndose de posibles peligros por sí mismo y desempeñando una labor incalculable en el medio.
En los ecosistemas utilizables para el desarrollo del toro predominan los espacios adehesados, de ribera, rasos y praderas naturales que son los que alcanzan el óptimo funcional. En la dehesa no pueden faltar las especies del género Quercus: Encina, alcornoque, roble o quejigo. Y en las riberas y torrenteras estarán presentes los álamos, alisos, chopos y fresnos.
Esta primera entrada, es introductoria del tema que vamos a tratar en sucesivas: Los encastes del toro bravo. Es este un tema desde mi punto de vista, apasionante. Cómo desde siglos atrás, cada ganadero ha ido escogiendo morfologías y comportamientos diversos de los toros y de esta manera ha puesto la impronta característica a su propia vacada.
Y hay que saber que al bóvido de lidia le distingue de los demás bovinos, no sólo sus formas y caracteres, sino su hábito temperamental. Y algo muy interesante es que dentro de cada estirpe (de toro de lidia) encontraremos frecuencias de  los patrones de comportamiento distintas. Distinguiremos así los morfotipos de Miura, Albaserrada, Santa Coloma, Conde de la Corte, etc., etc…