29 de junio de 2011

Una tarde entre encinas y moruchas.

Este año y gracias al “plan Bolonia” la mayoría de estudiantes tiene un periodo largo y no muy bien distribuido de exámenes, así que creí yo que había que despejarse un poco, hacer un parón de una tarde, sólo una tarde de campo, pero campo del bueno. 
El destino escogido, inmejorable, finca “Los Huelmos”, propiedad de la familia Castaño Nieto y ubicada en el término municipal de Carrascal del Obispo, en Salamanca.

Sobre las dos de la tarde salía el tren de la estación Campo-Grande de Valladolid con destino a la capital charra, y lo que para muchos puede ser un aburrido viaje, se convierte para algunos camperos en una oportunidad verdaderamente increíble.
El paso ruidoso del tren por las zonas rurales de las tierras castellanas desperezan a muchos animalillos; ya en la provincia de Salamanca y antes de llegar al primer pueblo, un zorro salía trotando alegre por un regadío acompañado de una tremenda algarabía de los bien conocidos y  muchas veces molestos grajos, y es que seguramente alguna presa despistada era el motivo de aquel lío.
Pero no habían pasado ni cinco minutos de esto, cuando al volver de nuevo la vista hacia los campos de cereal, una gran avutarda salía volando pesadamente del borde del camino de la vía del ferrocarril. Y casualidades de la vida, de nuevo al poco tiempo otros dos zorros pude observar, pero esta vez más fugazmente escabulléndose tras unas matas.
Pensaréis que menuda suerte o ¡que raro! y ciertamente no es muy normal ver tres zorros y una avutarda a esas horas de la tarde viajando en un tren. Es posible que estos animales busquen resguardo del implacable sol (ya casi veraniego) en los túneles y refugios  situados bajo las vías.
Así que antes de llegar al “campo” ya íbamos servidos de fauna  abundante y de calidad, pero más interesante si cabe es el camino que nos lleva de Salamanca ciudad hasta “Los Huelmos”.




Es un recorrido salpicado por encinas que compone el paisaje típico de la dehesa salmantina y en el que se hallan fincas tan famosas como la de Galleguillos con su ganadería Hoyo de la Gitana o La Glorieta que fue antigua finca del torero Julio Robles.  Más adelante se encuentra la finca Linejo con ganadería Montalvo de reconocido prestigio en el mundo del toro de lidia y finalmente otra relevante: la finca San Fernando que posee un pozo artesiano que permite dar abundante agua al ganado gracias a que el agua asciende por encima de la superficie del terreno de forma natural y con una presión considerable. 
Su nombre surgió en Artois, Francia, donde en 1126 se perforó el más antiguo de Europa. Muchos siglos antes ya se excavaban en Siria y Egipto. En el desierto del Sahara se usaban para alimentar los oasis.


Ya en la finca decidimos dar una vuelta y reconocer el terreno, andar por el monte y saborear los olores, los sonidos  y estampas que la naturaleza nos brinda en un entorno precioso, modificado por el hombre y en perfecta sintonía con la fauna y flora que habitan las dehesas.
El sistema adehesado tiene una gran importancia económica y social en la Península Ibérica, tanto por su extensión superficial como por la función de fijación de población rural en sus núcleos.


Volviendo a “Los Huelmos” y ya acompañados por tres canes: un fiel labrador, un viejo perro pastor y un bodeguero puro nervio, comenzamos la andadura por los pastos de siega que hay que destacar que su principal función es alimentar al ganado en los periodos de ausencia de pasto en la dehesa, se agolpa lo recogido en  “rulos” de paja característicos de esta época del año.




Nos adentramos ya en una zona de la dehesa que recientemente acababa de recibir un tratamiento de desbroce con gradeo, era anteriormente monte bajo de encina y los propietarios decidieron ampliar la superficie pastable, cuando todavía estábamos comentando esto y otros aspectos de la selvicultura en monte bajo, el chillido de una liebre nos alertó, se encontraba encamada y el inteligente perro pastor la había dado caza y estaba ya entre sus fauces. Mucha caza deducimos que había, pues un poco mas adelante otra liebre saltó rápida, ésta  perdiéndose fugazmente entre las pequeñas carrascas.
Tras pasar un cercado, nos introducimos en otro mucho más interesante en cuanto al pasto presente. En este cercado (acotado al ganado) se había sembrado el año pasado con avena y centeno, ahora un año después de la preparación del terreno y siembra, el aspecto era muy diferente.


En las dehesas se encuentran puntos de agua, charcas que son imprescindibles para el ganado pero que también aprovecha la fauna silvestre, bañas y otros restos eran claros indicios de la presencia de jabalíes. Además en estas charcas existe una amplia diversidad ecológica formada por odonatos, dípteros de todo tipo, chinches y por supuesto anfibios y demás vertebrados.


Antes de finalizar el paseo, fuimos directamente adonde se encontraba el ganado, que como es normal se puso un poco nervioso al vernos llegar. La raza de vacuno que allí se encuentra es la morucha, bóvido caracterizado por su viveza y rusticidad, explotado en régimen extensivo, que se encuentra repoblando los terrenos de encinares y robledales del secano de toda España. Es una raza que sin ser brava, conserva ciertos repuntes de bravura y que por ello conviene guardar las distancias en el campo.
Su cabeza es de proporciones medias, perfil recto, frente amplia, cara descarnada, morro ancho, mucosas oscuras y armada con un buen par de pitones que no desmerecen en absoluto.


Así pues todas estas cosas y otras muchas se pueden observar y aprender en una sola tarde, y realmente así fue, una buena tarde primaveral y una finca excepcional donde la encina y la morucha fueron las protagonistas.

Gabriel RU.

Agradecimientos a Jesús Castaño.


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