11 de noviembre de 2011

Campeando entre el Duero y el Adaja

Cualquier excusa es buena para dar una vuelta por el campo vallisoletano en una tarde de otoño. En esta ocasión el destino escogido son los campos situados entre Viana de Cega y Valdestillas, hacia el sur de la provincia de Valladolid. Estas zonas las componen superficies pobladas por pequeños encinares y pinares de piñonero en su mayoría.
Eran alrededor de las 4 de la tarde, el campo estaba húmedo consecuencia de las lluvias de días pasados, hacía algo de frío y hubo que echar mano de ropa de abrigo, está claro, ya estamos entrando en noviembre y las temperaturas comienzan a descender. El cielo estaba cubierto, pero el viento empujaba a las oscuras nubes fuera de nuestro recorrido previsto. Comenzamos a caminar a través de una mancha de encinar, coto de caza que se mantiene bastante espeso y cerrado, los conejos en esta zona abundan y es frecuente observar indicios de la presencia de jabalí y corzo, pero nosotros de momento no veíamos ningún movimiento, había demasiada calma, pocos pájaros (un par de esquivos reyezuelos) y ni un solo ruido.
Cuando esto ocurre no puedes esperar que en esa tarde veas algo interesante, la intuición te dice que no promete… pero bueno siempre se pueden sacar fotografías de paisajes y algún que otro detalle curioso que nos brinda la naturaleza.


Continuamos la marcha a través de agrupaciones de jarales y llegamos a lo alto del llamado “Monte Blanco”, desde este punto se observa perfectamente todo el valle del Pisuerga, con sus cerros, largos páramos, verdes pinares y campos de cultivo. En su zona más alta se encuentra perfectamente situada una torre de vigilancia forestal, en verano siempre ocupada por un guarda, atento de la radio e incansable observador con los prismáticos por si se avista algún fuego.




Alguna que otra bonita foto conseguimos en esta tarde de campo, pero no todo lo esperado, para la próxima salida esperamos poder mostrar algún documento algo más espectacular.






5 de noviembre de 2011

El caso del cuervo carnicero.

Hace ya unos años de los ataques de cuervo al ganado ovino en la comarca catalana de Osona. La especie implicada depreda sobre los corderos recién nacidos cuando escasean otras fuentes de alimento.
Solemos pensar que especies como el jabalí, el ciervo, el oso o el lobo son normalmente conflictivas y esto a nadie se le escapa. En cambio es más difícil imaginar que otras especies más pequeñas y menos abundantes puedan causar daños, en ocasiones suelen ser situaciones concretas y suelen solventarse con facilidad, a veces no es así y los daños pueden ser difíciles de evitar.


En el año 1998 se produjeron los últimos ataques al ganado, se reclamaron los cuantiosos daños y la administración liquidó cerca de un centenar de cuervos, así se acabó el problema. Hay que decir que en los círculos conservacionistas no se dio demasiado crédito a estos episodios, y esta incredulidad se mantuvo cuando volvió a surgir un caso similar hacia octubre de 2003 y especialmente en 2004 y 2005.
¿Es posible que un cuervo cause tales daños? ¿Por qué los ataques volvían a producirse en la misma zona?















Fuente: rosavientos.es
El episodio comienza tras una serie de reclamaciones, los perjudicados solicitaban indemnizaciones por daños a cultivos producidos por grandes bandadas de cuervos que superaban los 200 ejemplares. Pero los casos más conflictivos se referían a los ataques al ganado, un total de 42 ataques diferentes que afectarían a 130 cabezas.
Los cuervos aprovechaban el parto de las ovejas para atacar, en el 90% de los casos acababan con la vida del cordero y 4 de cada 6 ovejas resultaban muertas. Esto explicaba parte de las dudas existentes, pero todavía quedaba descubrir por qué no se sufrían los ataques en el resto de Cataluña.


Un equipo del servicio de conservación y medio ambiente de la Generalidad de Cataluña se puso a investigar las causas y descubrió que en Osona (donde se producían los ataques) la densidad de córvidos era la más abundante de toda la región. Además se localizaron las dos únicas plantas de reciclaje de residuos orgánicos de la zona, en donde se habían detectado grupos numerosos de cuervos. El funcionamiento de estas plantas no es regular, sino que alternan picos de mucho trabajo con periodos de inactividad, lo que reduce el alimento disponible y fuerza a los cuervos a buscar otros recursos.
El ataque al ganado no es la conducta habitual en estas aves, aunque no hay que olvidar que son activos buscadores de carroña y que acostumbran a consumir carne de ovino y vacuno, además de ser depredadores habituales de pequeños y medianos animales.
En este caso, el problema se solucionó temporalmente con la captura de 90 ejemplares y ahora se busca un equilibrio de densidades de cuervos en la zona, si los ataques se repiten, los damnificados deben recibir un buen servicio pero creo que lo más importante es realizar una buena gestión en la ordenación cinegética y faunística de estas comarcas catalanas.


Información recogida del nº 246 de la revista Quercus.

2 de noviembre de 2011